El concepto de
Subjetividad Social y su significado para las numerosas esferas de la Psicología
Basado en muchas lecturas el concepto surge de un esfuerzo teórico
cuyo origen se sitúa en la psicología general entendida esta como una mera
teoría de los procesos básicos de construcción de una auténtica teoría psicológica
hasta llegar a la psicología social.
Este recorrido teórico, permite vislumbrar una teoría de la personalidad basada en una relación histórico – cultural, y a
pensar la psicología social de una base teórica dialéctica y compleja, en la
que lo individual y lo social no constituyen una dicotomía, ni se excluye
mutuamente.
Puede afirmarse que el concepto de la subjetividad
social surge también de la crítica a las
concepciones psicológicas vigentes en un momento en que se privilegiaban
enfoques individualistas o sociales a ultranza, haciéndolos ver como
inconciliables e incluso antagónicos.
En este proceso se plantea la categoría
que la llama configuración y que utiliza para definir la personalidad como
forma de organización de la subjetividad individual.
Lo interesante de esta categoría es que no se
define por contenidos universales, ni tampoco por procesos de carácter
universal; por el contrario, se constituye como un núcleo dinámico de
organización que se nutre de los elementos de sentidos más diversos, procedentes igualmente de
sectores diferentes de la experiencia social e individual.
En este sentido las configuraciones subjetivas
poseen historias de elementos de sentido y dejan de ser individuales para
convertirse en ordenadores o dicho de otra manera “reguladores” de la
configuración subjetiva individual. De esta forma se van constituyendo en una
subjetivación social, que a su vez se retroalimenta del desarrollo individual
que va generando nuevas configuraciones subjetivas. Sin embargo este es el
aspecto más general del proceso ya que realmente constituye una maraña de
intrincadas relaciones entre las diversas configuraciones de espacios de
subjetividad social, permiten visibilizar otros
lo cual posibilita un plano de aproximación teórica de la sociedad
ausente hasta ahora de la psicología.
El concepto de subjetividad social permite
establecer la forma en que configuraciones de sentido, generadas socialmente
puedan configurar procesos sociales específicos y de la misma manera como
aquellos configuran el desarrollo de la
subjetividad y los sujetos individuales, lo que permite la ampliación y
desarrollo de articulaciones importantes dentro de los diversos campos de la
investigación psicológica.
La subjetividad social como vía para el estudio
de la sociedad, en el contexto del autor resulta una alternativa viable frente
a la dificultad que plantean las teorías que tratan la realidad como sistemas
discursivos en los que la dialéctica de lo individual y lo colectivo es generalmente desconocida, lo cual sucede
también con los conceptos de lo construido y lo constituido.
No obstante considera el autor la consideración
discursiva que permitió un avance al superar la percepción de los fenómenos
sociales como fenómenos dados producidos por una realidad social con
independencia del hombre para comprenderlos como una producción social, sin
embargo afirma que conduce a otro tipo de ocultamiento, lo psíquico en lo
discursivo.
La superación en el campo teórico de la
dicotomía entre lo social y lo individual, permite la creación de un nuevo
campo de valor epistemológico, que en el estudio de lo social permite recoger
elementos cuyo valor heurística se define dentro del sistema teórico que lo
significa y no con la frecuencia en que aparecen en el momento empírico.
El relativismo absoluto entorpece el conocimiento científico afirmándose que junto a los “hermetismos epistemológicos” no hay dialogo con el objeto epistemológico (realidad) y se aproximan a el mediante un monologo (discurso).
El relativismo absoluto entorpece el conocimiento científico afirmándose que junto a los “hermetismos epistemológicos” no hay dialogo con el objeto epistemológico (realidad) y se aproximan a el mediante un monologo (discurso).
La categoría de la subjetividad social gracias
a su misma flexibilidad se convierte en este caso en una macro categoría teórica
que permite una nueva representación de lo social, con la posibilidad de
enriquecerse con el estudio de todas las formas y procesos concretos de la vida
social del hombre.
A la concepción de
la idea del sujeto, referida a un principio universal de “inteligibilidad conciencia
y orden” atributos del ser racional reforzado por las ideas cartesianas y que
durante mucho tiempo mantuvieron la idea de un sujeto de la razón capaz de
dominar el mundo y de dominarse a si mismo en la producción de verdades
universales, se opone el sujeto “trascendental” de la fenomenología.
En su intento
por debatir esa concepción del sujeto
racionalista y al empirismo que prescindía del mismo, el sujeto trascendental
de la fenomenología termina por ”separar al hombre de su historia y de su mundo
real”, en cuanto llega a desconocer aquello sobre lo cual se ejercen los actos
del hombre en el conocimiento.
El rechazo al
sujeto racional y a todas las formas universales y trascendentales asociadas a
El, se han sumado también los posmodernistas franceses quienes han formulado el
desarrollo de una psicología “desubjetivada y sin sujeto”, que se caracteriza
más por el empirismo y el carácter metafísico de sus construcciones
universales.
En este sentido, la
subjetividad y el sujeto no son el resultado del tránsito por la modernidad,
sino que es el resultado de la asimilación de la dialéctica marxista.
Es el marxismo el
que resalta por primera vez en el escenario filosófico, el carácter histórico-
social del hombre. A partir de ese momento deja de ser el hombre “encajonado”
dentro de un conjunto de categorías metafísicas y se convierte en en un sujeto
concreto que expresa en su condición actual la síntesis de su historia.
Interesante es la
apreciación de afirmar que el rescate de la idea del sujeto no
pasa por la idea de control de este sobre el mundo (ser racional), sino por la
idea de su “capacidad de opción, de ruptura y de acción creativa”; la idea de
qu “ su acción actual y sus efectos son constituyentes de su propia
subjetividad y no causas que aparecen como elementos externos de la acción”.
En ese proceso
dialéctico, la idea de sujeto se constituye en un carácter complejo del
hombre que representa simultáneamente
una singularidad y un ser social. Así las cosas, este concepto es incompatible
con el determinismo mecanicista propio de algunas teorías puesto que la
relación entre el sujeto y lo social es contradictoria por naturaleza, siendo
esta contradicción la que permite la posibilidad de desarrollo de ambos
espacios; lo individual no es visto como sujeto “sujetado o encajonado” sino
como un sujeto que se debate permanentemente entre esas formas de sujetamiento
social y las posibilidades de ruptura y desarrollo.
La
noción de proceso presupone la de subjetividad, en cuanto que el sujeto está
constituido subjetivamente y simultáneamente sus acciones son fuente de
subjetivación que llega a ser “parte constituyente de los procesos en los que
se constituye”
En general puede
apreciarse que la exposición del autor se centra en la posibilidad de abordar
la posibilidad epistemológica desde un perspectiva “holística” que permita la
visualización de los diversos espacios de subjetivación tanto individual como
colectivos que atraviesan en todos los sentidos la complejidad de las relaciones
sociales, ampliando de esta manera las posibilidades de desarrollo
cognoscitivo, prescindiendo de las limitadas concepciones que se ubican desde
el racionalismo hasta el empirismo y en general, todas aquellas teorías que
pretenden “objetivizar” estas relaciones ubicándolas en categorías de
apariencia universal que generalmente desconocen a alguno de los protagonistas
de las relaciones sociales.