domingo, 23 de junio de 2013

El concepto de Subjetividad Social y su significado para las numerosas esferas de la Psicología

El concepto de Subjetividad Social y su significado para las numerosas esferas de la Psicología

Basado en muchas lecturas el concepto surge de un esfuerzo teórico cuyo origen se sitúa en la psicología general entendida esta como una mera teoría de los procesos básicos de construcción de una auténtica teoría psicológica hasta llegar a la psicología social.
Este recorrido teórico, permite vislumbrar una teoría de la personalidad basada  en una relación histórico – cultural, y a pensar la psicología social de una base teórica dialéctica y compleja, en la que lo individual y lo social no constituyen una dicotomía, ni se excluye mutuamente.
Puede afirmarse que el concepto de la subjetividad social  surge también de la crítica a las concepciones psicológicas vigentes en un momento en que se privilegiaban enfoques individualistas o sociales a ultranza, haciéndolos ver como inconciliables e incluso antagónicos.

En este proceso se plantea la categoría que la llama configuración y que utiliza para definir la personalidad como forma de organización de la subjetividad individual.
Lo interesante de esta categoría es que no se define por contenidos universales, ni tampoco por procesos de carácter universal; por el contrario, se constituye como un núcleo dinámico de organización que se nutre de los elementos de sentidos  más diversos, procedentes igualmente de sectores diferentes de la experiencia social e individual.

En este sentido las configuraciones subjetivas poseen historias de elementos de sentido y dejan de ser individuales para convertirse en ordenadores o dicho de otra manera “reguladores” de la configuración subjetiva individual. De esta forma se van constituyendo en una subjetivación social, que a su vez se retroalimenta del desarrollo individual que va generando nuevas configuraciones subjetivas. Sin embargo este es el aspecto más general del proceso ya que realmente constituye una maraña de intrincadas relaciones entre las diversas configuraciones de espacios de subjetividad social, permiten visibilizar otros  lo cual posibilita un plano de aproximación teórica de la sociedad ausente hasta ahora de la psicología.

El concepto de subjetividad social permite establecer la forma en que configuraciones de sentido, generadas socialmente puedan configurar procesos sociales específicos y de la misma manera como aquellos  configuran el desarrollo de la subjetividad y los sujetos individuales, lo que permite la ampliación y desarrollo de articulaciones importantes dentro de los diversos campos de la investigación psicológica.

La subjetividad social como vía para el estudio de la sociedad, en el contexto del autor resulta una alternativa viable frente a la dificultad que plantean las teorías que tratan la realidad como sistemas discursivos en los que la dialéctica de lo individual y lo colectivo  es generalmente desconocida, lo cual sucede también con los conceptos de lo construido y lo constituido.
No obstante considera el autor la consideración discursiva que permitió un avance al superar la percepción de los fenómenos sociales como fenómenos dados producidos por una realidad social con independencia del hombre para comprenderlos como una producción social, sin embargo afirma que conduce a otro tipo de ocultamiento, lo psíquico en lo discursivo.
La superación en el campo teórico de la dicotomía entre lo social y lo individual, permite la creación de un nuevo campo de valor epistemológico, que en el estudio de lo social permite recoger elementos cuyo valor heurística se define dentro del sistema teórico que lo significa y no con la frecuencia en que aparecen en el momento empírico.

El relativismo absoluto entorpece el conocimiento científico afirmándose que junto a los “hermetismos epistemológicos” no hay dialogo con el objeto epistemológico (realidad) y se aproximan a el mediante un monologo (discurso).
La categoría de la subjetividad social gracias a su misma flexibilidad se convierte en este caso en una macro categoría teórica que permite una nueva representación de lo social, con la posibilidad de enriquecerse con el estudio de todas las formas y procesos concretos de la vida social del hombre. 

A la concepción de la idea del sujeto, referida a un principio universal de “inteligibilidad conciencia y orden” atributos del ser racional reforzado por las ideas cartesianas y que durante mucho tiempo mantuvieron la idea de un sujeto de la razón capaz de dominar el mundo y de dominarse a si mismo en la producción de verdades universales, se opone el sujeto “trascendental” de la fenomenología.
En su intento por  debatir esa concepción del sujeto racionalista y al empirismo que prescindía del mismo, el sujeto trascendental de la fenomenología termina por ”separar al hombre de su historia y de su mundo real”, en cuanto llega a desconocer aquello sobre lo cual se ejercen los actos del hombre en el conocimiento.

El rechazo al sujeto racional y a todas las formas universales y trascendentales asociadas a El, se han sumado también los posmodernistas franceses quienes han formulado el desarrollo de una psicología “desubjetivada y sin sujeto”, que se caracteriza más por el empirismo y el carácter metafísico de sus construcciones universales.
En este sentido, la subjetividad y el sujeto no son el resultado del tránsito por la modernidad, sino que es el resultado de la asimilación de la dialéctica marxista.
Es el marxismo el que resalta por primera vez en el escenario filosófico, el carácter histórico- social del hombre. A partir de ese momento deja de ser el hombre “encajonado” dentro de un conjunto de categorías metafísicas y se convierte en en un sujeto concreto que expresa en su condición actual la síntesis de su historia.

Interesante es la apreciación de afirmar que el rescate de la idea del sujeto no pasa por la idea de control de este sobre el mundo (ser racional), sino por la idea de su “capacidad de opción, de ruptura y de acción creativa”; la idea de qu “ su acción actual y sus efectos son constituyentes de su propia subjetividad y no causas que aparecen como elementos externos de la acción”.

En ese proceso dialéctico, la idea de sujeto se constituye en un carácter complejo del hombre  que representa simultáneamente una singularidad y un ser social. Así las cosas, este concepto es incompatible con el determinismo mecanicista propio de algunas teorías puesto que la relación entre el sujeto y lo social es contradictoria por naturaleza, siendo esta contradicción la que permite la posibilidad de desarrollo de ambos espacios; lo individual no es visto como sujeto “sujetado o encajonado” sino como un sujeto que se debate permanentemente entre esas formas de sujetamiento social y las posibilidades de ruptura y desarrollo.

La noción de proceso presupone la de subjetividad, en cuanto que el sujeto está constituido subjetivamente y simultáneamente sus acciones son fuente de subjetivación que llega a ser “parte constituyente de los procesos en los que se constituye”

En general puede apreciarse que la exposición del autor se centra en la posibilidad de abordar la posibilidad epistemológica desde un perspectiva “holística” que permita la visualización de los diversos espacios de subjetivación tanto individual como colectivos que atraviesan en todos los sentidos la complejidad de las relaciones sociales, ampliando de esta manera las posibilidades de desarrollo cognoscitivo, prescindiendo de las limitadas concepciones que se ubican desde el racionalismo hasta el empirismo y en general, todas aquellas teorías que pretenden “objetivizar” estas relaciones ubicándolas en categorías de apariencia universal que generalmente desconocen a alguno de los protagonistas de las relaciones sociales.